
En la gran mayoría de las empresas de la sociedad actual, existe una diversidad generacional. Conviven trabajadores que podríamos dividir en cuatro grupos: los que se conocen como los BabyBoomers (1948-1964), la Generación X (1965-1979), la Generación Y (1980-1995) y la Generación Z (1995-Actualidad), siendo considerados los dos últimos grupos como nativos digitales, Inmigrantes Digitales la X y análogos los primeros.
Aunque la Generación Z aún no está muy presente en las empresas debido a su corta edad, sí lo están las otras tres. Por ello, estamos ante generaciones muy distintas entre sí, no solamente en cuanto a los valores, sino a la forma de entender la vida y el trabajo. Como empresarios, hay que comprender que la manera de gestionar a un grupo tan heterogéneo de personas tiene que ser distinta, tratando de conseguir lo máximo de cada uno de los trabajadores.
La diferencia va más allá del uso de la tecnología, incluso la idea de “lugar de trabajo” difiere mucho de unas generaciones a otras. – Babyboomers y Generación X: podríamos decir que los más adultos se caracterizan por un gran respeto a la autoridad, a sus mayores y la búsqueda de la estabilidad, así como la resistencia ante los posibles cambios
– Generación Z y Generación Y: las nuevas generaciones se caracterizan más por un estilo de trabajo mucho más participativo. Cuentan con una gran capacidad de adaptación ante posibles cambios y establecen relaciones extraprofesionales con los compañeros de trabajo.
Por otro lado, también tienen numerosos puntos de unión. No solamente aspectos como el salario o los beneficios, sino la necesidad de ser reconocidos, tener un buen ambiente de trabajo, el crecimiento personal etc.
Toda esta diversidad generacional entre los empleados, se presenta como un desafío para las áreas encargadas de los mismos, entrando en juego la participación de los departamentos de RRHH de las empresas, quienes han de lograr una sinergia que suponga una mejora en el rendimiento del negocio, logrando que se complementen.
Se podría decir que la clave para el éxito de esta unión es aprovechar las capacidades individuales que posee cada miembro. Para ello habría que definir de manera clara su misión dentro de la empresa, su posición así como todo aquello que se espera de él, de manera que se pueda evitar la rivalidad entre los trabajadores y que se fomente la colaboración y el trabajo en equipo.
Por tanto podemos concluir que la diversidad generacional en la empresa puede pasar a convertirse en una ventaja competitiva si se gestiona de manera correcta. Es un hecho que la situación ideal sería que los líderes pudieran dirigir de manera distinta ante cada generación de trabajadores. Sin embargo, al ser un trabajo muy complicado, es conveniente establecer puntos que puedan resultar favorables para todas las generaciones: desde la escucha de las propuestas de todas las generaciones, a la personalización de los programas educativos o a la creación de climas innovadores con recursos de última generación y horarios flexibles para todos.
Aunque la diversidad generacional pueda parecer a simple vista un obstáculo, puede transformase en una herramienta muy positiva y de gran valor si se sabe gestionar de la manera correcta.
¡Nos vemos en proximas entradas!
Deja una respuesta