“Sólo si permaneces activo querrás vivir cien años”, proverbio japonés
La conocida pirámide de Maslow sitúa las necesidades más perentorias del ser humano en una base: alimentación, cobijo y sexo. Sólo una vez resueltas estas necesidades la persona puede dedicar tiempo y energía a satisfacer el siguiente nivel, donde se sitúan la seguridad, la familia y el trabajo. El tercero, que engloba la amistad y la intimidad sexual, y el cuarto, el éxito y el autorreconocimiento, Finalmente, y cuando éstas aspiraciones están también satisfechas el humano puede dedicarse a su propósito último, la autorrealización.
Los japoneses tienen un concepto para definir esta satisfacción vital: ikigai, que vendría a significar “el sentido de la vida” o “aquello para lo que hemos sido llamados”. Su representación gráfica no es piramidal sino más parecida a los pétalos de una flor, tal y como puede verse en el gráfico: lo que amas, en lo que eres bueno, aquello con lo que te puedes ganar la vida y lo que necesita el mundo. Sólo en la confluencia de todos ellos se encuentra el ikigai, tu razón de ser.
“Iki” significa “vida”, en tanto “gai” puede traducirse como “valor” o también como “concha”, esta acepción se remonta al período Heian (de 794 a 1185), cuando se consideraba que las conchas tenían gran valor.
¿Está relacionado el ikigai con la felicidad individual? No necesariamente. Japón no es precisamente el país más feliz del mundo, sino que está a mitad de la tabla (puesto 54º) según las últimas encuestas. “El objetivo es identificar aquello en lo que eres bueno, que te da placer realizarlo y que, además, sabes que aporta algo al mundo. Cuando lo llevas a cabo, tienes más autoestima, porque sientes que tu presencia en el mundo está justificada. La felicidad sería la consecuencia”.
¡Nos vemos en proximas entradas!
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