La responsabilidad de un Junior

Economia de un proyecto

Hoy voy a contar una pequeña anécdota de la que fui protagonista cuando apenas llevaba 6 meses trabajando, tras acabar la carrera.

Por aquel entonces yo era un junior, sin mucho conocimiento de nada, con una enorme cantidad de ingenuidad encima y mi trabajo consistía principalmente en arreglar temas de accesibilidad WEB y diseño WEB.

Cuando me dijeron que iba a ser asignado al equipo de una importante empresa de seguros me sentí emocionado, hasta ese momento había trabajado siempre desde la sede de mi consultora e iba a ser mi primera experiencia trabajando directamente en las oficinas de un cliente final. Nada más llegar, en mi primera charla de presentación, se me comunica que el proyecto es crítico y que lleva más de dos meses de retraso, por lo que se espera de mí un alto nivel de compromiso, que me esfuerce al máximo y que sepa estar a la altura. Fue un recibimiento frio y extraño, pero para un recién licenciado que desborda entusiasmo y está deseando demostrar que es capaz de comerse el mundo, sonaba a desafío interesante, así que sin perder un minuto me puse con las tareas que me habían asignado.

Fueron dos semanas de locura extrema, jornadas de hasta 12 horas seguidas, (por supuesto sin reconocerse ni pagarse las horas extras, algo de lo que me enteraría a posteriori), sábados trabajando como un laborable más, (una vez más sin percibir ninguna remuneración por ello), y un nivel de estrés insano… y eso que yo solo me dedicaba a aplicar un nuevo CSS a los distintos formularios de la página WEB del cliente. Aun así, estaba contento en líneas generales, formaba parte de un equipo súper comprometido y me veía a la altura de mis compañeros veteranos en cuanto a esfuerzo y dedicación.

Para mi sorpresa, y esta es la parte divertida, a las dos semanas me dicen que quieren que asista a una reunión de seguimiento con el cliente. Recuerdo los nervios que sentí en ese momento, mi primera reunión con los responsables de un proyecto y con el cliente, era algo importante, tal vez se habían fijado en mi trabajo, tal vez me iban a pasar a otras tareas, las posibilidades eran infinitas, así que allí me presente con mi mejor aspecto corporativo y lleno de emoción. Nada más entrar en la sala me di cuenta de que algo iba mal, solo había gente mayor muy seria y preocupada y mi responsable, un analista que supervisaba mi trabajo y que me había dicho que también iba a asistir, no estaba por ningún lado.

No voy a entrar en detalles de lo que hasta la fecha ha sido uno de los peores momentos de mi vida laboral, en resumen diré, que el proyecto que estaba planificado para una duración de 8 meses, ya llevaba casi 3 meses de retraso, que mi incorporación al proyecto había sido una decisión estratégica para que reforzase al proyecto y que no estaba cumpliendo sus expectativas. Como imaginareis, yo no entendía nada, me estaba dejando la piel haciendo todo lo que se me pedía y ahora me estaban echando la culpa de que el proyecto no se cerrase, a mí, a un junior que cambiada los colores de los formularios de la página WEB, desde hacía solo dos semanas. ¿Alguien más ve una incongruencia en la situación?.

¿Qué había pasado?, el proyecto había sido una catástrofe mal dimensionada desde el principio, hasta tal punto que el cliente deseo cerrarlo a la mayor brevedad posible y accedió a ampliar los servicios de la consultora añadiendo al equipo un nuevo consultor senior que fuese capaz de ayudar a cerrar el proyecto de una vez. A pesar de que todo el mundo hacia horas extras gratuitas y se trabajaban los sábados también gratuitamente, la consultora había sobrepasado su presupuesto, por lo que decidió guardarse la última inyección de dinero del cliente para minimizar perdidas y en vez de meter al perfil que el cliente estaba pagando, me metió a mi como refuerzo estrella en el proyecto. Por supuesto semejante situación tenía que explotar por algún lado.

Antes de entrar en la reunión, mi responsable me dijo que no se me ocurriese abrir la boca, que para eso estaba él y que observase y aprendiese. Sin embargo el no estuvo en la reunión y pasado el shock inicial en el que no me podía creer lo que estaba viendo y oyendo, tome la palabra. Explique mi categoría de junior, mis funciones en el proyecto y todo el esfuerzo y dedicación que estaba volcando en que todo lo que se encargaba estuviese bien y dentro de los plazos que se me asignaban, aunque me tuviese que ir a mi casa pasadas las 12 de la noche o sacrificase fines de semana, por lo que no entendía que se me hiciese responsable de la actual situación del proyecto. El gerente y los jefes de proyecto de mi consultora se quedaron en silencio y el cliente me pidió que me fuese de la reunión sin añadir nada más. Nunca olvidare la importante lección que aprendí ese día y el sentimiento de traición extrema que me recorrió en ese momento.

Esa misma tarde me mandaron de vuelta a la sede de mi consultora, donde se me dio una charla sobre el corporativismo y el bien común de la empresa, ya que mi intervención se había considerado desleal y por supuesto había provocado que me echasen de ese cliente. Cuatro meses después dejaba ese trabajo decidido a abrirme camino en el mundo de la gestión de calidad en proyectos de consultoría. Hoy trabajo como asesor de calidad, certificado en ITIL, CMMI y varias ISO, y fue esa reunión la que marco mi carrera profesional.

Lamentablemente en los últimos 7 años he podido ver que en mayor o menor medida, los junior son usados muchas veces como cabeza de turco cuando un proyecto se tuerce y eso no es ni correcto, ni responsable, ni serio. Así que mi recomendación es que nunca aceptéis cargar con más responsabilidad de la que os corresponda, si vosotros no marcáis vuestros límites y os defendéis cuando os intenten endosar cosas que no son vuestra responsabilidad, nadie lo hará por vosotros y tened la conciencia bien tranquila, hacer lo correcto nunca debería ser un motivo de estrés en el trabajo.

Moraleja, cada parte ha de asumir sus propias responsabilidades, no se le puede vender a un cliente que la culpa de que un proyecto estratégico no salga sea de un junior que cambia colores en la WEB, ni esperar poder poner a un trabajador serio y responsable en la picota para que le corten la cabeza y que no diga nada y encima se muestre colaborador. ¿Qué imagen da semejante situación al cliente?.

¡Nos vemos en próximas entradas!

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Publicado en Vivencias

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Sobre el autor:

Antonio María Fernández de Puelles de Torres-Solanot

– Ingeniero en Informática de Gestión

– Certificado en ITIL V3

– Certificado en CMMI

– Máster en Business Intelligence, Big Data, Professional Qualification in Management & Leadership

– Máster en Dirección de Comercio Intenacional

– Empresario

– Estudiante de grado en Trabajo Social

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